Tecnología como alternativa de ocio.

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Cada vez son más los niños y adolescentes que se decantan por la tecnología como alternativa de ocio frente a otro tipo de actividades sociales en el mundo real. ¿Cuándo deben dar la voz de alarma los padres?

Si este año te estás planteando celebrar Halloween de forma virtual, no estás solo. Padres y gobiernos animan a los niños a quedarse en casa este Halloween debido a la pandemia. Muchos niños se han sentido decepcionados por esta circunstancia, pero para otros ha supuesto un alivio. De hecho, toda una generación de niños está mintiendo a sus padres para evitar salir a la calle, y no lo hacen únicamente en Halloween, sino también en otras fiestas y celebraciones sociales a las que antes asistían voluntariamente.

Un estudio llevado a cabo por la Universidad de San Diego y el Bryn Mawr College advierte de que los adolescentes de la generación posmilenial —también denominada generación Z o centennial— participan en menos actividades sociales que las generaciones anteriores. Por ejemplo, salen menos de fiesta, no se sacan el carné de conducir, no compaginan sus estudios con un empleo y muestran menos interés en las relaciones de pareja. En general, prefieren quedarse en casa y ponen excusas para no salir por la noche los fines de semana. ¿Y cuál es la causa de que los niños hayan dejado de salir con sus amigos para conseguir gratis una bolsa gigante de caramelos? Las pantallas.

El número de preadolescentes y adolescentes que han pasado por mi consulta en relación con esta tendencia al aislamiento ha aumentado desde la aparición de los dispositivos digitales hace una década, y la pandemia ha agravado aún más este fenómeno. Los padres que acuden a mí suelen contar siempre la misma historia: «Cuando llega el fin de semana, nuestra hija dice que sus amigos no van a salir y se encierra en su habitación».

Mi recomendación para los padres que se encuentran en esta situación es que no bajen la guardia. El aislamiento y la desconexión del mundo real pueden llegar a generar problemas físicos y psicológicos, como obesidad, ansiedad, problemas de concentración, depresión, baja autoestima, tendencias autolesivas y, en el peor de los casos, conductas suicidas. Jonathan Haidt, doctor por la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York y psicólogo social, denunciaba recientemente en el documental The Social Dilemma que el número de ingresos hospitalarios relacionados con autolesiones por cada 100 000 habitantes ha aumentado un 62% entre las adolescentes y un 189% entre las preadolescentes a lo largo de los últimos diez años, lo que supone un incremento de prácticamente el triple respecto a la década anterior. Una tendencia que se repite en el caso de los suicidios, que se han disparado un 70% en el caso de los adolescentes y un 151% en el de los preadolescentes. La doctora Jean M. Twenge, profesora de Psicología en la Universidad Estatal de San Diego, argumentaba en un brillante artículo de la revista The Atlantic que la generación nacida en la era de Internet y los smartphones se encuentra al borde de una crisis mental.

Asimismo, debemos tener en cuenta que privar a los niños de la posibilidad de interactuar cara a cara con sus compañeros durante demasiado tiempo puede afectar negativamente al desarrollo de sus habilidades sociales y su capacidad de negociación, los cuales constituyen la base de la interacción social. 

Cada niño es un mundo, y las razones por las que prefieren no salir pueden estar justificadas. Es posible que teman encontrarse con sus acosadores, que les preocupe contagiarse, que les den miedo las máscaras de Halloween o que sufran algún tipo de fobia. Si tus hijos experimentan ansiedad debido a la pandemia o les dan miedo los monstruos, no pasa nada porque celebréis este Halloween de forma virtual. Comprad una bolsa de caramelos para compartirla, poned Los cazafantasmas y disfrutad de una noche familiar en casa.

Si detectas que tus hijos sufren miedo, fobia o ansiedad de forma habitual a la hora de interactuar con sus compañeros o salir de casa, mi recomendación es que busques ayuda profesional para investigar la causa y determinar cuál debe ser el procedimiento a seguir.

Sin embargo, es posible que la razón por la que no quieren salir de casa no esté relacionada directamente con la covid-19 ni con el miedo, sino con sus hábitos digitales. ¿Cuál es la mejor forma de abordar el problema en estos casos?

Estas son las siete recomendaciones que doy habitualmente a los padres para ayudar a sus hijos a encontrar el equilibrio entre el mundo digital y el real:

  1. Enséñales a anteponer su vida social a la tecnología. No permitas que utilicen ningún tipo de dispositivo electrónico sin haber salido previamente con sus amigos o haber participado en alguna actividad grupal (p. ej., un deporte).

  2. Limita el uso de este tipo de dispositivos a las áreas comunes de la casa. De este modo evitarás que se aíslen en su habitación y promoverás la interacción con el resto de los miembros de la familia.

  3. Dales ejemplo con tu propio comportamiento. El viejo dicho de que los niños hacen lo que ven también puede aplicarse al uso de la tecnología. Si limitas el tiempo que pueden utilizar las redes sociales —por ejemplo, antes de acostarse—, tú también deberías respetar esa limitación.

  4. Encuentra el momento para pasar tiempo en familia. Es importante que los hermanos jueguen juntos y que, siempre que sea posible, interactúen con miembros de la familia de otras edades. Rescata juegos familiares tradicionales que resulten fáciles de jugar, pero lo bastante desafiantes como para entretener a los niños más mayores, como Uno, Jenga y Conecta cuatro.

  5. Asegúrate de que no utilicen los dispositivos electrónicos como un «chupete emocional». Cada vez hay más niños que recurren a este tipo de dispositivos en cuanto se aburren o experimentan alguna emoción negativa como la tristeza o el miedo. Algunos estudios indican que el aburrimiento no solo no es perjudicial para ellos, sino que es fundamental a la hora de desarrollar su capacidad de aprendizaje y su creatividad. Además, el hecho de evitar la tristeza y el miedo les impide aprender a gestionar este tipo de emociones de forma saludable.

  6. Realiza ejercicio físico. Además de ser una buena excusa para obligar a nuestros hijos a descansar de las pantallas, hay estudios que indican que los niños que hacen ejercicio —en concreto los que practican algún deporte— tienen menos riesgo de desarrollar 13 tipos de cáncer distintos, obesidad y problemas mentales; además, obtienen mejores resultados académicos, tienen más probabilidades de ir a la universidad, disfrutan de mejores perspectivas profesionales y alcanzan un mayor grado de desarrollo personal.

  7. Limita de forma estricta el tiempo que pasan delante de la pantalla. Puedes simplificar las cosas utilizando una aplicación de control parental como Qustodio. Te ayudará a establecer normas más consistentes y a respetarlas, y te permitirá evitar discusiones innecesarias respecto a los momentos de descanso.

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