Adicción al móvil y trastornos mentales en nuestros hijos.

La psicóloga María Guerrero explica los efectos de la adicción al móvil sobre el desarrollo cognitivo de los niños y ofrece a los padres 5 recomendaciones para ponerle fin y proteger la salud mental de los más pequeños.

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Como psicóloga, tengo la sensación de encontrarme en la segunda línea de defensa de esta crisis. Al decir esto, me refiero al hecho de que mientras los médicos se encargan de atender a la primera oleada de pacientes con síntomas físicos, los profesionales del ámbito de la salud mental nos preparamos para hacer frente a la segunda, la de los efectos psicológicos que está provocando esta crisis y que ya se han dejado notar en las consultas. Los trastornos mentales son tan graves como los físicos y están afectando a los niños de formas que podrían tardar años en manifestarse.

«Los trastornos mentales son tan graves como los físicos y están afectando a los niños de formas que podrían tardar años en manifestarse».

Afortunadamente, ya hemos tomado conciencia de muchas de las patologías mentales asociadas al uso excesivo de la tecnología y, en concreto, de la dependencia que generan los smartphones. Un estudio longitudinal llevado a cabo por el King’s College de Londres ha descubierto que los problemas psicológicos como la depresión, la ansiedad, el estrés, los trastornos del sueño o el bajo rendimiento académico han aumentado entre los niños y los adolescentes como consecuencia de la adicción a los móviles.

Esta universidad ha analizado 41 estudios diferentes realizados entre 42 000 niños y adolescentes británicos a lo largo de un periodo de 7 años, y ha establecido un vínculo entre la adicción a los teléfonos móviles en los jóvenes y el desarrollo de trastornos mentales como patrones de apego inseguros, aislamiento social y baja autoestima. Asimismo, también se asocia con el consumo de alcohol y el tabaquismo. 

«La adicción a los teléfonos móviles en los jóvenes está relacionada con el desarrollo de trastornos mentales como patrones de apego inseguros, aislamiento social y baja autoestima».

Además, gracias a este estudio y a otros similares, cada vez disponemos de más información a la hora de ayudar a los niños a reducir sus niveles de ansiedad, controlar las conductas compulsivas y recuperar la felicidad. Por ejemplo, de los 38 niños que participaban en un estudio llevado a cabo por la Sociedad Radiológica Americana (RSNA, por sus siglas en inglés), la mitad de los cuales habían sido diagnosticados como adictos al teléfono móvil,12 recibieron sesiones de terapia cognitivo-conductual a lo largo de un periodo de nueve semanas. Los investigadores descubrieron que la terapia normalizaba los niveles de ácido aminobutírico (GABA), el cual se asocia al desarrollo de la adicción al móvil en el cerebro y es fundamental para garantizar una actividad cerebral y emocional adecuada. 

Se trata de una buena noticia, pero hay otro tipo de medidas que los padres pueden y deben empezar a poner en práctica ahora si quieren contribuir a prevenir esta adicción y los trastornos mentales que la acompañan. 

Estas son las 5 recomendaciones más importantes que suelo dar a los padres a la hora de reducir el tiempo que sus hijos dedican a su teléfono móvil:

  1. Establecer límites de tiempo. Una de las medidas más efectivas que podemos tomar para prevenir el desarrollo de comportamientos adictivos es limitar de forma consistente el tiempo que nuestros hijos dedican a su teléfono. 

  2. Establecer unos horarios de descanso. Decide a qué horas del día y de la noche no podrán utilizarlo, p. ej., una hora antes de acostarse o durante las comidas. 

  3. Configurar el teléfono para que solo puedan realizar llamadas. Para desincentivar su uso, podemos optar por convertirlo en un teléfono básico configuándolo de forma que nuestros hijos puedan utilizarlo únicamente para realizar y recibir llamadas. Esto es especialmente recomendable durante el horario escolar para reducir las distracciones. 

  4. Eliminar o bloquear las aplicaciones innecesarias en el teléfono para ayudar a nuestros hijos a evitar la tentación de utilizarlo. Los videojuegos y las redes sociales también pueden resultar especialmente adictivos para los más pequeños.

  5. Retirarles el teléfono. Se trata del último recurso, pero es importante que nos hagamos la siguiente pregunta: «¿De verdad necesita nuestro hijo un teléfono móvil?». Existe un gran debate en torno a cuál es la edad adecuada para darle a los niños su primer smartphone. Yo opino que hay que considerar cada caso de forma individual y que la decisión debería basarse en el grado de madurez emocional de cada niño, pero mi recomendación general es que cuanto más tarde, mejor, y desde luego nunca antes de los 12 años. Recuerda que algunos de los principales gurús del mundo de la tecnología no han permitido que sus hijos tuvieran teléfono móvil hasta los 14 años, y que ahora cada vez más especialistas en tecnología y neurología recomiendan retrasar este momento hasta los dieciséis.

Para asegurarse de que aplican estas recomendaciones de forma consistente, es muy recomendable que los padres utilicen una aplicación de control parental como Qustodio junto con los controles parentales del propio teléfono. 

Si nuestro hijo continúa mostrando un comportamiento adictivo o depresivo a pesar de las medidas que hemos tomado para controlar el tiempo que pasa delante de la pantalla, ha llegado el momento de buscar ayuda profesional. Además de los efectos perjudiciales que produce el uso abusivo de los teléfonos móviles y de otro tipo de dispositivos electrónicos, es posible que existan otras causas detrás de su infelicidad o de este comportamiento poco saludable. ¿Tiene otros problemas relacionados con el uso de Internet, p. ej., está siendo víctima de ciberacoso o ha sufrido alguna experiencia relacionada con un ciberdepredador? ¿Hay otros factores además de la tecnología que puedan explicar su comportamiento, p. ej., tiene problemas en casa o le está costando afrontar otros cambios vitales? Es posible que el psicólogo o el médico de cabecera nos ayuden a comprender cuál es el problema y le proporcionen a nuestro hijo la ayuda que necesita.

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