Así es el cerebro de tus hijos en verano

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La neurociencia demuestra lo que todos los padres saben ya: los niños necesitan pasar tiempo al aire libre y descansar de las pantallas

La mayoría de nosotros guarda buenos recuerdos de los veranos de su infancia. Esto se debe en parte a que la memoria humana es selectiva (estamos programados genéticamente para recordar las cosas buenas en lugar de las malas) y a que nos resulta más fácil recordar las cosas que salen de la rutina del trabajo o del colegio. Pero también se debe a que, al igual que entonces, el verano es una época para divertirse y desmelenarse.

Irónicamente, el verano también es una época para aburrirse. Últimamente, se ha hablado mucho en los medios de los aspectos positivos del aburrimiento. ¿Por qué ahora? ¿Y cómo está relacionado con el verano? El problema es que los niños y los adolescentes usan dispositivos tecnológicos para llenar el vacío que crea el aburrimiento en vez de usar su imaginación. Esto es algo que sucede todo el año, pero el verano nos permite disfrutar de una dosis extra de tiempo libre, lo que significa con demasiada frecuenta que pasamos más tiempo delante de una pantalla.

La neurociencia que confirma la importancia de la imaginación para el desarrollo del cerebro es clara. Los niños necesitan jugar a juegos imaginarios porque les ayuda a preparar su cerebro y sus emociones para enfrentarse a situaciones similares en el mundo real, de forma no muy diferente al modo en que las vacunas preparan el cuerpo para una enfermedad real.

El cerebro identifica una situación compleja porque ya ha aprendido a resolverla. Curiosamente, muchos equipos deportivos utilizan entrenamientos basados en la imaginación o en técnicas de visualización para prepararse para los partidos reales. Impedir que tus hijos desarrollen su imaginación no solo les coloca en una situación de desventaja en comparación con otros niños que sí lo hacen, sino que también aumenta sus probabilidades de sufrir trastornos emocionales graves como los que veo en mi consulta todos los días, como el trastorno de déficit de atención, la depresión y la ansiedad.

Esta felicidad hace que el cerebro esté más predispuesto a la creatividad, el aprendizaje y la memoria. Si añadimos el hecho de que jugar al aire libre suele implicar menos normas, o que incluso permite a los niños establecer las suyas propias, el verano se convierte en un excelente caldo de cultivo para el desarrollo de la imaginación, la creatividad, la perseverancia y el esfuerzo.

Un importante estudio llevado a cabo por Edelman Intelligence concluye que «ensuciarse es bueno». Indudablemente, jugar fuera de casa es mejor que hacerlo entre cuatro paredes. Según la investigación, «los niños necesitan vivir una gran variedad de experiencias para desarrollar todo su potencial, y los padres entienden que jugar y ensuciarse es fundamental para su desarrollo y que sin el juego no hay aprendizaje integral».

Por desgracia, un estudio realizado recientemente en Reino Unido reveló que los presos pasan el doble de tiempo al aire libre que los niños. Según la encuesta, el 74% de los niños pasan menos de una hora al día fuera de casa, lo que significa que la mayor parte de su día transcurre en espacios cerrados. Se trata de una mala noticia para la humanidad, una especie genéticamente programada a lo largo de la historia para vivir al aire libre.

Pero ¿de verdad necesitamos estudios para demostrar todo esto? La mayoría de los padres saben por experiencia que sacar a los niños de casa siempre ayuda. ¡Cuando están en casa, enseguida empiezan a sentirse enjaulados y a subirse por las paredes! Resulta bastante fácil comprender el aumento actual de los trastornos de ansiedad y los sentimientos de tristeza o nerviosismo.

En mi opinión, nada puede sustituir el tiempo que pasamos cara a cara con nuestros seres queridos, y creo firmemente que el verano es una gran oportunidad para volver a conectar con los niños, para hablar, escuchar, reír y aburrirse. Invito a los padres a que pasen tiempo al aire libre y a que, como mínimo, pongan límites estrictos respecto al uso de los dispositivos durante el verano. Reservad los móviles y las tabletas para los viajes largos en coche o en avión. Y desafío a los padres a intentar llevar a cabo una desintoxicación digital durante todo un mes. ¿Parece imposible? Hay que recordar que casi toda la historia humana ha consistido en una desintoxicación digital, probablemente incluida tu infancia, y tus hijos se merecen disfrutar de al menos un verano.

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